La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Campus Morelia es un espacio de generación de conocimiento en el que conviven las ciencias exactas, las ciencias naturales y las ciencias sociales, todo en el ánimo de encontrar soluciones a los problemas que aquejan al entorno social o bien para entender fenómenos y espacios que están más allá de nuestro planeta.
Aunque parezca que la generación de este conocimiento está desarticulada, en realidad, todas las ciencias están íntimamente relacionadas, lo que impulsa a un desarrollo integral en la producción del conocimiento, dando pie a una forma más amplia y puntual de entender los diversos fenómenos que ocurren a nuestro alrededor.
Una muestra de ello es el artículo “Cambio climático y el agro mexicano: desafíos alimentarios” que se publicó en la revista UNAM en su versión digital del Vol. 25, núm. 4 julio-agosto 2024, y en el que participaron el Doctor Guillermo N. Murray Tortarolo, la Maestra Alma Mendoza Ponce, y la Maestra Karla Sánchez Guijosa, quienes son especialistas en ciencias ambientales, cambio climático y sustentabilidad; y el doctor Mario Martínez Salgado, especialista en demografía e investigador de la Unidad de Investigación sobre Representaciones Culturales y Sociales (UDIR).

A simple vista, pareciera que sus especialidades no tienen relación alguna, sin embargo, el medio ambiente y la sociedad guardan una correlación más estrecha de lo que imaginamos, porque derivado del cambio climático, ahora existen mayores migraciones, la producción agroalimentaria se modifica y el desarrollo económico de las sociedades que dependen del campo, la ganadería y otros insumos agropecuarios, poco a poco van mermando su producción.
Y es aquí donde las ciencias sociales hacen su aporte con las ciencias naturales.
A decir del doctor Mario Martínez, quien colaboró en la realización del artículo, la visión social de la naturaleza ayuda a generar un mayor entendimiento de los entornos en los que se desarrollan las poblaciones, y da un panorama sobre cómo podría ser el comportamiento poblacional a medida que se va explotando el medio ambiente.
Un ejemplo de esto son las sequías, un fenómeno natural que trae consigo la falta de agua y con ello, la deficiencia de este líquido para el riego de cultivos o la dificultad en la manutención de los hatos ganaderos. Lo que da como resultado una escasa producción agrícola y pecuaria, poniendo en un problema a los productores del campo quienes, al no generar alimentos para la población, dejan sin un sustento a quienes esperan que esos insumos lleguen a su mesa.
Pero el tema no termina ahí. También está la falta de un ingreso económico para las familias de esos productores, obligándolos a salir de sus sitios de origen volviéndolos migrantes, ya sea de manera de interna en sus países o al extranjero, o bien buscar otras alternativas laborales que produzcan el recurso económico suficiente para la manutención de sus familias.
Por lo anterior, análisis multidisciplinarios como este, contribuyen a la generación no solo de consciencia sobre el hombre en su interacción con el medio ambiente, sino que, además sienta las bases para la generación de acciones puntuales que ayudarían a combatir el cambio climático y a mejorar la calidad de vida de las personas.
“El cambio climático es una realidad que ya nos alcanzó. Sus impactos son y serán diversos, pero sobre todo tiene serias implicaciones en la producción de alimentos. México es susceptible a los extremos en el clima, particularmente la sequía, misma que impacta de manera profunda las relaciones entre la producción de alimentos y la sociedad. En este artículo te contamos cómo el cambio climático ha impactado la producción de alimentos en México, y la manera en que esto se traduce en cambios en la ocupación agraria y en la migración hacia Estados Unidos. Finalmente te presentamos algunas alternativas y soluciones para hacer frente a este fenómeno, de modo que impidamos los peores impactos socio ecológicos. Al final, clima-alimentos-sociedad forman un continuo, y alterar a uno genera impactos en los otros. Depende de nosotros como sociedad cambiar la forma en que nos relacionamos con nuestra producción de alimentos”.
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